098 FORASTERO EN SICAR

Fatigado del camino se sentó,

solitario, junto al pozo de Jacob.

Cuando tú te acercaste era mediodía,

como siempre, como cada día.

Él te pidió: «Dame de beber»…

¡Un judío a ti, samaritana!

Y te habló de un agua viva,

aquel forastero en Sicar.

¡Si conocieras quién te pide de beber!

¡Si conocieras el don de Dios!…

Le pedirías tú a Él, y Él te daría

del agua que calma tu sed.

Le pediste de aquel agua para no tener jamás

ya que volver al pozo a buscarla.

Y en ti se convirtió en fuente de agua viva:

«¿No serás acaso el Mesías?»

Y dejando el cántaro, corriste al pueblo.

«Todo lo que yo he hecho me ha contado»,

les decías.

Y fueron muchos los que en Él creyeron

por tus palabras y lo que en Él vieron.

¡Si conocieras quién te pide de beber!

¡Si conocieras el don de Dios!…

Le pedirías tú a Él, y Él te daría

del agua que calma tu sed.

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